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Un día, García Márquez estaba sentado hablando de literatura con un par de amigos suyos: Bill Clinton, Carlos Fuentes y William Styron. Como siempre, la pregunta sobre el libro favorito llegó a la conversación. Estas fueron las respuestas1García Márquez, G. (24 de enero de 1999) La fatiga del metal, El país, España.:
- Bill Clinton: Meditaciones de Marco Aurelio.
- William Styron: Huckleberry Finn de Mark Twain.
- García Márquez: El Conde de Montecristo de Alexander Dumas.
- Carlos Fuentes: Absalón Absalón de Faulkner.
Ante esta última, García Márquez comentó que su libro favorito de William Faulkner, un escritor que numerosas veces confesó como una de sus grandes influencias, no era el mismo que el del autor de Aura, sino otro: Luz de agosto.
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García Márquez había leído Luz de agosto muchos años antes, en un polvoriento y oxidado tren en el que viajaba a Aracataca con su madre cuando apenas comenzaba su carrera de escritor. Así lo cuenta en sus memorias Vivir para contarla:
«Éramos los únicos pasajeros, tal vez en todo el tren, y hasta ese momento no había nada que me causara un verdadero interés. Me sumergí en el sopor de Luz de agosto, fumando sin tregua, con rápidas miradas ocasionales para reconocer los lugares que íbamos dejando atrás.»
Ese libro, que consumiría tan rápido como los cigarrillos que fumaba uno tras otro, quedaría como un fantasma en su memoria, resonando en su obra al punto de que años después escribiría un cuento inspirado en él: «Un día después del sábado«. Según el propio García Márquez este es «uno de los pocos cuentos míos que me dejaron satisfecho desde la primera versión» 2García Márquez, G (2002) Vivir para contarla, Ed. Norma..
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Pero este no sería el único cuento que Gabo escribiría bajo el influjo de Luz de agosto.
Aquel día, cuando García Márquez volvió con su madre a Aracataca para vender la casa de sus abuelos caminando bajo el abrazador sol del aquel pueblo del Caribe, el escritor recordaría una imagen de su niñez que lo perseguiría toda su vida:
«Entonces vimos en la calle desierta a una mujer de luto cerrado con una niña de unos doce años que llevaba un ramo de flores mustias envuelto en un periódico. Se protegían del sol abrasante con un paraguas negro, ajenas por completo a la impertinencia de la gente que las veía pasar. Eran la madre y la hermana menor del ladrón muerto, que llevaban flores para la tumba. Aquella visión me persiguió durante muchos años, como un sueño unánime que todo el pueblo vio pasar por las ventanas, hasta que conseguí exorcizarla en un cuento.«
El cuento es «La siesta del martes«. Allí una mujer y una niña van a un pueblo (posiblemente Macondo) a visitar la tumba de un hombre, hijo y hermano de las mujeres, que murió de un disparo al intentar entrar en plena noche a la casa de una mujer llamada Rebeca (¿Buendía?).
Este cuento, que ya reseñé para la Batalla de Cuentos Gabo, es uno de mis cuentos favoritos del Premio Nobel de Literatura colombiano por las imágenes precisas que tiene, por ese ambiente de calma ebullición . «La siesta del martes» es además, según el propio Gabo, su mejor cuento 3 Apuleyo Mendoza, P. y García Márquez, G. (1982) El olor de la guayaba, Penguin Random House. .
Así que ambos cuentos, «La siesta del martes» y «Un día después del sábado», tienen relación directa con esta novela de William Faulkner, autor de otras como El ruido y la furia que también sería de gran influencia para muchos otros escritores del Boom latinoamericano.
¿Qué tiene Luz de agosto que es la obra de Faulkner preferida de Gabo y de tantos otros escritores? ¿Será su técnica narrativa, sus personajes memorables o Yoknapatawpha, aquel pueblo inventado por Faulkner donde transcurre la novela y que sirvió de inspiración a García Márquez para crear Macondo?
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Conocer los libros favoritos de los escritores siempre es un buen punto de partira para elegir nuestra próxima lectura. Así que espero que, si no has leído Luz de agosto y te gusta García Márquez, este artículo te haya dado una buena razón para comprar ya mismo este libro del Nobel norteamericano.
-Luismi.
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Referencias
- Apuleyo Mendoza, P. y García Márquez, G. (1982) El olor de la guayaba, Penguin Random House.
- García Márquez, G. (24 de enero de 1999) La fatiga del metal, El país, España. Tomado de: https://elpais.com/diario/1999/01/24/internacional/917132421_850215.html
- García Márquez, G. (2002) Vivir para contarla, Norma.
Me parece que tienen una manera magnífica de interpretar los hechos ocurridos, aunque estos son hechos nostálgicos que nos hablan de la muerte de una persona, de como una madre y una hermana viven eso y como van a llevarle flores a su tumba, es algo que puede parecer un poco triste, pero son actos que podemos ver de una manera bonita, y el recordarlos más.
Me parecio muy interesantela forma en la que se expreso el autor, la ficcion que le pone a la historia comparada con la realidad de una manera sorpresiva y tragica. Haci como el final inesperado.