En El peligro de estar cuerda Rosa Montero explora la relación entre locura y creatividad. A través de historias personales y de otros escritores, nos lleva a la pregunta ¿hay que estar loco para ser creativo?

Título: El peligro de estar cuerda.
Autor: 
Rosa Montero.
Género: ensayo.
Año de publicación: 
2022.
Páginas: 
360
Temas: locura, creatividad
Calificación en Goodreads: 
3

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Leí El peligro de estar cuerda hace unos meses, en octubre, mientras estaba en Vietnam. Y no solo lo leí, también lo escuché en el audiolibro narrado por la propia Rosa Montero y eso mejoró la experiencia.

Cuando pienso en este libro siempre recuerdo los campos de arroz al lado de las carreteras de Hoi An, los enormes edificios y los iluminados y futuristas de Da Nang. En mi moto rentada (que corcobeaba al pasar de 80km/h) escuchaba la voz de Rosa Montero que me narraba historias de escritoras como Sylvia Plath o Emily Dickinson que habían vivido vidas frenéticas, atravezadas por la soledad o la enfermedad mental, pero que habían logrado aguantar, controlar su tormenta interna, por medio de la poesía.

El libro lo leí en mi Club de lectura y la experiencia de los lectores fue variada: algunos lo amaron, otros lo odiaron. Yo… pues lee esta reseña y te enteras.

El peligro de estar cuerda habla de la relación entre la enfermedad mental y la creatividad. Rosa Montero intenta dar respuesta a la pregunta de “por qué los artistas son tan locos”, de si la creatividad lleva a la locura, o si es la locura la que trae consigo la creatividad. Para eso toma elementos de la psicología y psiquiatría (recordemos que ella empezó estudios de psicología después de la escuela, como nos lo cuenta en el libro), anécdotas personales e historias y casos de escritores tan famosos como Silvia Plath, Emily Dickinson.

Y ahí está lo que yo llamo los tres ejes del libro: el investigativo, el histórico-literario y el anecdótico-ficcional.

Empecemos por el investigativo del que, en realidad, no puedo decir mucho. No sé del tema y me confío en los datos que dejó la autora que, valga decirlos, son vagos y difíciles de rastrear. En vez de una bibliografía propiamente dicha, lo que hace Montero es una especie de recuento de lecturas que hacen que uno se sienta inseguro con algunos datos y afirmaciones, pero bueno… será confiar en el hecho de que, en los agradecimientos, Rosa Montero aclara que hizo revisar el libro por varios conocidos profesionales.

Pero esta parte investigativa, a mí personalmente, no me interesa tanto y, entre otras cosas, creo que la tésis como tal queda mejor formulada en 7 páginas, como lo hace este estudio en la revista de la Universidad de Minnesota. Así que la parte investigativa está bien pero a mí no me pareció gran cosa. Pasemos entonces a la parte anecdótica-ficcional que es interesante, pero tengo mis quejas.

Este eje está dominado por historias personales de Rosa Montero y sobre todo algunas con una misteriosa mujer llamada Bárbara que la acosa toda su vida. Esta columna del libro por momentos me aburrió, pero no deja de ser interesante porque le sirve a Rosa Montero para formar un arco narrativo que mantenga al lector intrigado, y lo logra.

Las historias son graciosas, raras y conmovedoras también: Bárbara le envía regalos misteriosos a Rosa, la pone en situaciones incómodas que incluyen perseguir a tipos por callejones oscuros de Madrid o la suplanta en un par de ocasiones causándole líos tremendos (como la vez que 400 personas llenaron un auditorio en Zaragoza porque supuestamente iba Rosa Montero, pero en realidad fue Bárbara la que contactó con los organizadores haciéndose pasar por Rosa y diciendo que iba a ir).

La pregunta de realmente quién es Bárbara y por qué hace lo que hace con Rosa Montero se mantiene y se resuelve en el libro casi como si fuera un thriller y por eso se ha dicho que este ensayo puede leerse así, como una novela de ficción. Y es que sí, además de esto, parece que hay en el texto otras minas ficcionales.

Rosa Montero afirma que lo ficcional en el libro no toca los datos factuales referentes a investigaciones sobre enfermedades mentales o depresión, cosa que de ocurrir sería lamentable, pero uno no deja de desconfiar por momentos del libro. 

Así que, este eje no fue mi favorito. Pero llegamos ya al que sí lo fue y el que más me dejó cosas en este libro: el histórico-literario.

Esta es la parte del chisme literario, o más bien de las anécdotas y datos curiosos sobre algunos artistas que han sufrido enfermedades mentales y que han elaborado sus traumas y sus crisis a través del arte. Rosa Montero se enfoca acá sobre todo en escritores porque claramente, como escritora, son los que le interesan a ella. Y, además, como escritora, es decir, mujer que escribe y, además feminista como es Montero, la mayoría de los casos son de escritoras y poetas.

Pero esto no se explica solo porque Rosa Montero sea mujer y haya querido tomar ejemplos femeninos, sino porque las mujeres han sido históricamente “las más locas”… ¿o no? Este es un debate interesante que surgió desde que el psicólogo James C. Kaufman publicó su estudio sobre “El efecto Silvia Plath”, que toma el nombre dela poeta norteamericana, y que afirma que “entre todos los escritores creativos, las poetas son las más propensas a sufrir depresión que otros escritores.”

Este estudio fue controversial y en este artículo de Grace Twomey concluye que no es el género del escritor si no sus experiencias trágicas las que lo llevan a la creatividad y la locura. Cosa que también señala Rosa Montero en su ensayo.

Pero lo que me interesa en esta reseña es el hecho de que precisamente por este estudio Rosa Montero dedica muchas pero muchas páginas a la vida de varias escritoras, entre las que está Sylvia Plath y Emily Dickinson.

Hay muchas otras historias de escritores hombres en el libro, algunas muy interesantes como las de Fitzgerald, Hemingway, Henri Roorda y otros, pero me centraré, como Montero en su libro, en las escritoras.

De Sylvia Plath habla mucho, tanto que hace prácticamente una biografía tan provocativa que nos hizo elegirla como lectura de un próximo CLE, el de julio, en el que leeremos con la moderadora Viole La campana de cristal, la novela más famosa de Sylvia Plath.

La otra escritora de la que también habla mucho es de Emily Dickinson, de cuyo poema “I think I was enchanted” toma el título del libro “El peligro de estar cuerda”. Muy interesantes pues ambas poetas y sus vidas son un ejemplo perfecto para la tesis del libro. Pero hay otras tres escritoras que activan otra línea de sentido que a mí personalmente me conmovió más: Úrsula K. Leguin, Doris Lessing y la misma Rosa Montero.

Hay algo que me parece muy lindo de este libro, y de lo que no he visto que se hable mucho en otras reseñas, es que acá Rosa Montero se asincera con nosotros, desvela su vulnerabilidad e inquietud ante el hecho de que está envejeciendo, de que ve lejos su juventud y le preocupa que en esta etapa a la que entra su creatividad se apague, como le ocurrió a otras dos grandes escritoras: Úrsula K. Leguin y Doris Lessing. Montero entrevistó a ambas y en el libro se incluyen partes de estas conversaciones, así como se incluyen muchos otros textos literario más que enriquecen sus opiniones y nos llenan de recomendaciones de libros para leer. Porque una de las mejores cosas de este ensayo es que destila amor por la literatura. Entonces esta parte, además de ser interesante, fue muy inspiradora.

A mí sobre todo me encantaron dos que están en el capítulo “Yonkies de la intensidad” donde Rosa Montero llega al corazón de su libro y su tesis, donde sostiene que los artistas son adictos a la intensidad, que ante lo anodino de la vida y lo insatisfecho que se sienten con ella, buscan darle más sentido a través del arte. Y entonces acá retoma el concepto del budismo zen llamado satori que es el momento de iluminación o comprensión, ese instante en el que la vida se nos presenta en toda su intensidad. Algo que Montero llama los “momentos oceánicos” y que ilustra con dos textos preciosos que están en la página 212 y 213. Uno es de Christian Bobin y otro es el poema «Ser un instante» del poeta español Rafael Guillén.

Ay diossss, recuerdo cuando leí estas páginas y quedé extasiado con la poesía que tienen, hay imágenes preciosas en estos textos y son, entre todas las partes que más recuerdo del libro, las que más conservo. No digo que el resto del libro sea desdeñable, tiene cosas muy interesantes. Pero estos dos textos me hicieron el libro. Es que esa imagen del follaje de un árbol como la cúpula de la catedral, y esos versos de Guillén en el Pont des Arts que quizás me resonaron tanto porque cuando lo leí, hacía apenas un par de semanas yo había estado allí haciendo un Tour de las mejores librerías de París y el de La París de Rayuela.

Mirando el libro como un todo, es resaltable que, a pesar de ser un ensayo, el libro tiene una estructura medio novelesca. Rosa Montero empieza el libro con una anécdota de su niñez, recorre diferentes momentos de su vida adulta y lo termina con una reflexión sobre la vejez que ya la visita, y entonces se pregunta y se inquieta ante la posibilidad de perder la escritura y el arte que la han salvado toda su vida de la locura.