Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, una de los mejores libros del llamado Boom latinoamericano (y de la literatura universal), cuenta la historia de siete generaciones en la familia de los Buendía.
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Inventos gitanos y aventuras de José Arcadio Buendía
“Muchos años después frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”.
Así comienza el primer capítulo de Cien años de soledad en el que conocemos a Melquíades y a los gitanos que traen a Macondo, una aldea remota, los últimos inventos del mundo: los imanes, la lupa, el telescopio y fascinan al pueblo y en especial a José Arcadio Buendía, el fundador de Macondo, que hace todo lo posible por conseguir los novedosos aparatos para entender su funcionamiento.
Este hombre aventurero e iluso fracasa en su intento de enriquecerse con los inventos, pero descubre en el proceso que la tierra es plana como una naranja. Así decide explorar los alrededores de Macondo para abrir una ruta de comercio con el mundo exterior que le permita traer al pueblo más invenciones modernas. Sin embargo, después de meses de travesía por la ciénaga, fracasa: solo encuentra el mar y un galeón español abandonado.
A su vuelta al pueblo se encuentra de nuevo con unos gitanos, pero esta vez no son la tribu de Melquíades, quien parece haber muerto. De todas maneras, intrigado por las maravillas que traen, lleva a sus hijos a las tiendas de los gitanos donde están exhibiendo un nuevo prodigio. Es entonces cuando Aureliano Buendía conoce el hielo.
Fundación de Macondo y un hijo no deseado: José Arcadio
El capítulo dos vuelve al pasado con la historia del matrimonio José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán, cuyo lejano parentezco los amenaza con una maldición: su descendencia podría nacer con partes de animal porque son primos.
Ante esto, los nuevos esposos no consuman el matrimonio. Pero un día, después de perder una pelea de gallos contra José Arcadio Buendía, Prudencio Aguilar se burla de él por no haber tenido relaciones con su esposa. Humillado, José Arcadio Buendía lo reta a un duelo y lo mata de un hachazo. Esa misma noche se acuesta con su mujer pero el fantasma de Prudencio Aguilar comienza a visitarlos en la casa y los esposos, con el peso del remordimiento y acompañados por otros habitantes de la aldea, deciden irse a fundar otro pueblo.
Después de meses de travesía, una noche llegan a la rivera de un río de aguas diáfanas donde José Arcadio Buendía sueña con un pueblo hecho de casas de cristal llamado Macondo. Entonces decide fundar allí la nueva aldea junto a otros 300 habitantes, entre ellos, su primer hijo: José Arcadio.
La narración vuelve al futuro cuando José Arcadio ya es adolescente. Su miembro descomunal llama la atención de Pilar Ternera, una mujer del pueblo con quien empieza a tener amoríos y a quien, finalmente, embaraza. Aterrado por este compromiso, José Arcadio se paraliza y huye de Macondo con los gitanos.
Úrsula Iguarán, que recién había dado a luz a su tercer hijo, Amaranta, intenta alcanzar la caravana de gitanos para recuperar a su hijo, pero se pierde y no vuelve sino al cabo de 5 meses junto a una multitud proveniente del pueblo vecino que su marido no había encontrado en su fracasada expedición del primer capítulo.
Rebeca y la fiebre del insomnio
Después de la huida de José Arcadio con los gitanos escapando de la responsabilidad de su hijo con Pilar Ternera, José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán se hacen cargo de su nuevo nieto: Arcadio.
Para educar al nuevo bebé de la casa, que tenía casi la misma edad que su tía Amaranta, llegaron Visitación y Cataure, dos indios guajiros que huían de la peste del insomnio que azotaba su aldea.
Ellos se encargan de la crianza de los niños mientras Aureliano se va haciendo un adolescente y presiente un día la llegada de un nuevo visitante a la casa: Rebeca, una niña que carga con los huesos de sus padres.
José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán no pueden sino adoptarla, pero la niña no habla y solo come tierra del patio y cal de las paredes. Visitación y Cataure la educan en su lengua indígena hasta que la descubren despierta una noche y entonces, espantados, se dan cuenta de que se ha contagiado de la peste del insomnio. Rápidamente la enfermedad se propaga por Macondo, aunque en un principio los habitantes la reciben con alegría pues sin dormir la vida les rendiría más. Pero la enfermedad tenía un peligro: quien estaba contagiado perdía progresivamente la memoria.
Así, llega el día en que olvidan el nombre y el uso de las cosas de la casa, entonces les toca escribir en ellas instrucciones para remediar el olvido. Un día, un misterioso visitante llega a la casa y José Arcadio Buendía no lo reconoce. El anciano de sombrero de alas de cuervo le da entonces un remedio que lo cura de la peste del insomnio y José Arcadio Buendía, emocionado, ve frente a sí a Melquíades.
El gitano se instala en la casa y trae consigo un nuevo invento: el daguerrotipo, una máquina para hacer fotografías. Con esta, fotografía a toda la familia cuyos miembros han crecido, como las niñas, Amaranta y Rebeca, que ya son unas adolescentes. Úrsula se da cuenta entonces de que la casa les va quedando pequeña y ordena una ampliación: agrega más cuartos, agranda las estancias y manda a pintar la casa de blanco, pero el nuevo corregidor de Macondo le ordena pintarla de azul.
José Arcadio Buendía se enfrenta entonces a don Apolinar Moscote, el corregidor enviado por el gobierno a Macondo, y le da un ultimátum: o se va con sus soldados, o se queda con su familia. Don Apolinar Moscote acepta el trato de quedarse y presenta su familia a los Buendía, entre cuyos miembros hay una niña hermosa llamada Remedios de quien Aureliano se enamora.
Los amores de Pietro Crespi y la locura de José Arcadio Buendía
Después de superar el conflicto con el corregidor del pueblo, Úrsula continúa las remodelaciones de la casa. Además de ampliarla, manda traer muebles y enseres para decorarla, entre ellos uno especial: la pianola.
El instrumento es importado y ensamblado por Pietro Crespi, un apuesto y bien educado italiano de quien se enamoran secretamente Rebeca y Amaranta. Pero su amor solo corresponde el de Rebeca y por eso José Arcadio Buendía y Úrsula aprueban el matrimonio, mientras deciden enviar a Amaranta de viaje para que olvide su amor no correspondido.
Pero no solo Rebeca y Amaranta están enamoradas, Aureliano no ha podido olvidar a la niña menor de los Moscote y una noche de desesperación y borrachera busca a Pilar Ternera, se acuesta con ella y le confiesa su amor por la niña. La madre de su sobrino (y futura madre de su propio hijo, Aureliano José) le promete conseguirle a Remedios, y lo logra. Pero Remedios es aún una niña y sus padres piden tiempo, por lo que, en espera de poder casarse con ella, Aureliano la visita y le enseña a leer.
Mientras tanto, Melquíades, el gitano, se ha hecho cada vez más viejo, casi ha perdido la vista y sigue escribiendo extraños manuscritos en el taller, hasta que un día anuncia que ha logrado la vida eterna y muere, no sin antes pedir que quemen mercurio por tres días junto a su cadáver.
Su amigo José Arcadio Buendía cumple la promesa, pero él también se va haciendo cada vez más viejo y en su soledad comienza a desvariar. Un día intenta destruir la casa, por lo que Aureliano y otros hombres del pueblo tienen que amarrarlo al castaño del patio donde lo encuentra Úrsula a su vuelta del viaje con Amaranta.
Marimonio de Aureliano y elecciones en Macondo
A la vuelta de Úrsula y Amaranta, se comienzan a organizar los matrimonios de Aureliano y Remedios Moscote, y Pietro Crespi y Rebeca. Por un lado, el de Aureliano y Remedios se celebra con gran pompa en la casa de los Buendía, aunque la caída del anillo anticipa un mal augurio para el matrimonio. Por otro lado, la unión de Pietro Crespi y Rebeca se ve nuevamente aplazada por una misteriosa carta que recibe el italiano con la noticia de que su madre ha muerto.
Pietro Crespi entonces hace un viaje de urgencia y en el camino se encuentra a su madre que justamente iba a su matrimonio. El novio se devuelve con prisa a Macondo pero no llega a tiempo para celebrar su boda junto con la de Aureliano, como estaba planeado. Rebeca se frusta y le echa la culpa a Amaranta quien aprovecha la ocasión para dilatar de nuevo el matrimonio de su hermana: sugiere inaugurar la nueva iglesia de Macondo con esta ceremonia, pero la construcción del templo aún demorará muchos años y, cuando parecía que por fin se acercaba la fecha, ocurrió una tragedia: Remedios Moscote, la joven esposa de Aureliano, muere a causa de una complicación con su embarazo.
El luto se apodera de la casa de los Buendía y la relación de Rebeca y Pietro Crespi se enfría para finalmente termina con la apocalíptica llegada de José Arcadio, el mayor de los Buendía que se había ido con los gitanos, y que, al llegar a la casa, vuelve loca a Rebeca. Sin la bendición de Úrsula, los hermanos de adopción se casan y se van a vivir a una casita al lado del cementerio de Macondo. Así, queda libre el camino para que, por fin, Amaranta se quede con Pietro Crespi. El italiano se le declara y, aunque Amaranta no lo rechaza, sí le dice que vayan con calma.
Mientras tanto Aureliano, viudo y padre de Aureliano José (el hijo que tuvo con Pilar Ternera), consolida la amistad con su suegro, don Apolinar Moscote, quien de a poco se ha ido tomando el control de Macondo y se prepara para organizar las elecciones.
En un estado de alarma por una inminente revolución liberal y con medidas de control como el toque de queda y el confiscamiento cualquier arma, hasta cuchillos de cocina, en Macondo, se celebran las elecciones. Aureliano apoya a su suegro conservador, pero la noche del escrutinio es testigo de cómo don Apolinar Moscote altera los resultados de las votaciones.
Esta desilución, la militancia liberal de sus amigos y el control totalitario y violento que han impuesto los conservadores al estallar la guerra en la capital, llevan a Aureliano Buendía a tomar las armas y convertirse en el coronel de las fuerzas liberales.
La primera guerra de Aureliano y la dictadura de Arcadio en Macondo
Cuando el coronel Aureliano Buendía parte a la guerra, deja a cargo de Macondo a su sobrino Arcadio, hijo se José Arcadio y Pilar Ternera, quien hasta entonces era profesor en la escuela del pueblo. Allí, precisamente, posiciona su cuartel desde el que gobierna y ordena matar a la familia Moscote, empezando por el suegro conservador de Aurealiano, don Apolinar Moscote. Sin embargo, a último momento, Úrsula salva a los Moscote y toma el control de Macondo.
Mientras tanto, en la casa de los Buendía, Pietro Crespi comienza a visitar a Amaranta y se enamora de ella. Pero cuando el italiano le propone matrimonio, Amaranta lo rechaza y le pide que nunca más vuelva a la casa. Ante este segundo desamor, Pietro Crespi se suicida en su tienda de juguetes e instrumentos. Amaranta, presa de la culpa y la pena, decide quemarse las manos.
Con el tiempo, Arcadio vuelve a tomar el control de Macondo e implanta un gobierno aún más violento y corrupto: se apodera de tierras, cobra impuestos injustos e intenta abusar de Pilar Ternera sin saber que es su madre, pero esta logra escaparse con la promesa de que volverá en la noche a complacerlo. Sin embargo esta es solo una trampa, porque Pilar Ternera (incapaz de acostarse con su hijo) manda a otra mujer para reemplazarla: Santa Sofía de la Piedad. Arcadio termina por quedarse con ella y tiene dos hijos a quienes no logra bautizar porque es condenado por el ejército que retoma el poder de Macondo.
Mueren los primeros Buendía: hilos de sangre y sueños infinitos
Después de alzarse en armas contra el gobierno conservador, el coronel Aureliano Buendía es capturado y condenado en Macondo donde lo reciben con ovación. El capitán Roque Carnicero, que tenía la orden de fusilar a Aureliano, escucha en el pueblo el rumor de que quien se atreva a matar al coronel morirá.
Él y sus hombres, asustados, dilatan la ejecución hasta que el gobierno da un ultimátum y se deciden a fusilar al coronel Aureliano Buendía quien, recostado contra la pared, recuerda la tarde remota en la que su padre lo llevó a conocer el hielo. Pero justo cuando cree escuchar la orden de disparar, es su hermano José Arcadio quien levanta su arma para salvarlo.
Tranquilizados, el capitán Roque Carnicero y los otros soldados se unen al coronel Aureliano Buendía para reiniciar la guerra. Al mando de Macondo queda el coronel Gerineldo Márquez, amigo desde la infancia de los Buendía y enamorado desde niño de Amaranta, quien decide cortejarla pero esta lo rechaza. Mientras tanto, a la casa de los Buendía ha llegado Santa Sofía de la Piedad con los hijos de Arcadio: Remedios y los gemelos José Arcadio Segundo y Aureliano Segundo.
Así transcurre el tiempo en Macondo, en espera de noticias del coronel, cuando una noche, después de llegar a su casa, José Arcadio es asesinado y un hilo de sangre recorre el pueblo hasta la cocina de la casa de los Buendía, donde estaba Úrsula, quien recorre de vuelta el rastro de la sangre y encuentra a su hijo asesinado. José Arcadio es enterrado pero el olor a pólvora que quedó a su alrededor no desaparece.
El coronel Aureliano Buendía se comienza a convertir en una figura mitológica en el país, donde declara guerras y las pierde a lo largo y ancho del territorio. Todo el tiempo de ausencia había estado enviando cartas a Macondo, pero solo al coronel Gerineldo Márquez, informándole sobre los avances de la guerra. Pero un día es Úrsula quien recibe una carta de su hijo quien ha tenido una premonición y pide que cuiden a su padre, José Arcadio.
Úrsula entonces desamarra a José Arcadio Buendía del castaño del patio y lo lleva a dormir dentro de la casa, pero en la noche su esposo vuelve al árbol. José Arcadio Buendía, quien lleva años desconectado de la realidad, ha estado en contacto con el mundo gracias al fantasma de Prudencio Aguilar, quien desde la muerte lo ha alimentado y le ha contado noticias de su familia hasta que una noche, después de un sueño de cuartos infinitos, el rey (como lo llama indio Cataure), muere. En Macondo se celebra el magestuoso sepelio del fundador del pueblo mientras sus calles se tapizan de una lluvia de flores amarillas.
Amores incestuosos y la vuelta del coronel a Macondo
Amaranta, después de rechazar los amores de Pietro Crespi y Gerineldo Márquez, decide quedarse sola y cuidar de sus sobrinos, incluido a Aureliano José, el hijo del coronel Aureliano Buendía y Pilar Ternera. Pero el niño es ahora es un adolescente y descubre su deseo por la tía criadora. Amaranta, confundida, se deja envolver por las seducciones de su sobrino hasta que un día casi son atrapados por Úrsula y entonces decide alejar a Aureliano José. El sobrino, para olvidarse de su tía Amaranta, se va a la guerra de su padre.
Mientras tanto, a la casa de los Buendía comienzan a llegar las madres de los hijos del coronel Aureliano Buendía. Úrsula los bautiza mientras cultiva una amistad con el general conservador José Raquel Moncada, alcalde de Macondo, enemigo político y amigo personal de su hijo Aureliano. Los rumores del coronel por el país siguen en aumento y su mito crece, pero su hijo Aureliano José abandona la guerra para volver a Macondo a casarse con su tía Amaranta.
Esta, de nuevo, lo rechaza y él comienza a frecuentar la casa de su madre, Pilar Ternera, quien le organiza un encuentro con Carmelita Montiel, una joven con quien se habría casado y habría sido feliz si el capitán conservador Aquiles Ricardo no lo hubiera matado de un balazo la noche en que regresó a Macondo el coronel Aureliano Buendía.
En los juicios de guerra, el coronel condena al general conservador José Raquel Moncada, su enemigo político y amigo personal. Úrsula, quien se había vuelto amigo del general, intenta interceder por su vida, pero el coronel Aureliano Buendía pide traerlo al pelotón.
Las trampas del poder y la derrota del coronel Aureliano Buendía
Mientras las noticias sobre las campañas del coronel Aureliano B uendía se volvían cada vez más confusas y sus hijos seguían apareciendo para ser bautizados por Úrsula, el coronel Gerineldo Márquez, rechazado definitivamente por Amaranta, empezó a presentir en cada telegrama que la guerra perdía sentido y que el mismo Aureliano parecía cada vez más ausente y desinteresado al otro lado de la línea.
En uno de los aparatosos regresos del Aureliano Buendía a Macondo, rodeado de escoltas e indiferente con su familia, Gerineldo Márquez advierte que el coronel había perdido los ideales liberales del partido y ahora firmaba acuerdos que parecían propios de conservadores. Al cuestionarle Gerineldo sobre esto, el coronel Aureliano Buendía lo acusa de traición y lo condena al pelotón de fusilamiento.
Úrsula, indignada por la decisión, amenaza a su hijo de muerte si cumple la orden de ejecución de su amigo y mano derecha. Entonces Aureliano recapacita y lo visita para proponerle que de una vez acaben con una guerra interminable que finalmente concluyó con la firma del armisticio de Neerlandia.
Aquella tarde, después de poner su firma en el papel, el coronel Aureliano Buendía se retira a su tienda de campaña y se dispara en el pecho en el lugar exacto del corazón que le había marcado su médico. Pero este lo había engañado y la bala traspasa el cuerpo del coronel sin hacerle daño. Convaleciente, derrotado y vacío, Aureliano vuelve a su casa en Macondo donde lo esperaba su madre con aires de renovación.
Los pescaditos de oro del coronel y un carnaval sangriento en Macondo
José Arcadio Segundo y Aureliano Segundo, los gemelos hijos de Arcadio y Santa Sofía de la Piedad, son ya unos adolescentes indistinguibles. Desde niños habían sido una copia exacta del otro y solían confundir de gusto a la familia cambiándose entre ellos de nombres. Hasta que, aparentemente, quedaron intercambiados para siempre porque hasta ellos mismos se confundieron.
Así, fueron creciendo diferentes a sus tocayos antepasados: José Arcadio Segundo, a diferencia de los anteriores José Arcadios (aventureros y fornidos), era lánguido y solitario, como los Aurelianos; Aureliano Segundo, en cambio, era monumental como su abuelo José Arcadio. A José Arcadio Segundo le gustaba la calle y los gallos de pelea, mientras que Aureliano Segundo prefería estar en casa leyendo los manuscritos de Melquíades a quien conoció en el cuarto clausurado.
La confusión de los gemelos fue aprovechada por Petra Cotes, una mujer vendedora de rifas quien se acostaba con ambos, al principio creyendo que eran el mismo, y después disfrutando de doble placer. Los gemelos aceptaron sin problema este triángulo, pero fue finalmente Aureliano Segundo quien se quedó con la mujer que le traería la abundancia y la suerte: cada que tenía relaciones con ella su ganado se multiplicaba.
Así, Aureliano Segundo amazó una fortuna que despilfarraba en fiestas de acordeón y excentricidades, incluso patrocinando las locas aventuras de su gemelo José Arcadio Segundo, quien comenzó a tener los impulsos aventureros de sus tocayos antepasados. Intentó crear una ruta marítima a Macondo por el río de aguas diáfanas, pero solo consiguió remolcar una pequeña barca en la que trajo a unas matronas francesas que, años después, promovieron el carnaval en Macondo.
Con el carnaval el pueblo revivió para el resto del país, sobre todo por el atractivo de que su reina era Remedios, la bella, la mujer más hermosa de la tierra y familiar del coronel Aureliano Buendía, quien, sin embargo, estaba cada vez más abstraído de la realidad y la política fabricando pescaditos de oro en su taller de platería.
Miles de personas llegaron a Macondo para ver a Remedios, la reina del carnaval que terminó compartiendo trono con Fernanda del Carpio, una mujer traída en andas por un cortejo de edecanes que, en pleno furor de la fiesta, abrió fuego gritando urras por el coronel Aureliano Buendía y el partido liberal. La fiesta terminó en masacre, dejó decenas de muertos y un nuevo matrimonio: Aureliano Segundo se casó con Fernanda del Carpio con después tuvo su primer hijo José Arcadio, quien sería criado por Úrsula para convertirlo en papa.
El triángulo amoroso de Aureliano Segundo y los 17 Aurelianos
Después del sangriento carnaval de Macondo, Aureliano Segundo viajó al interior del país en busca de la reina para casarse con ella. Fernanda del Carpio había vuelto a su casa con la decisión de encerrarse de por vida, pero Aureliano la convenció a ella y a su padre de casarse e ir a vivir a Macondo.
Fernanda del Carpio era una mujer altiva y de modales finos, cuya ascendencia había tenido alguna vez una gran fortuna. Pero de esta no quedaba más que la sombra y Fernanda había crecido con los rescoldos de esa grandeza: había sido educada con modales finos, educada en un convento aislada del resto de la gente, haciendo sus necesidades en vasenillas de oro y comiendo frugales comidas en magestuosas vajillas.
Por eso fue tan grande su impacto cuando llegó a Macondo y descubrió que la casa de su esposo estaba habitada por salvajes desordenados, supersticiosos y parranderos. Se dedicó entonces a organizarla bajo sus reglas aprovechando que Úrsula ya no era más que una anciana ciega: cambió los hábitos alimenticios, llenó la casa de santos y cerró sus puertas.
Mientras tanto, Aureliano Segundo seguía buscando el placer en la cama de Petra Cotes. Había llegado a un acuerdo con su esposa, rígida en el sexo como en sus modales, de mantener el matrimonio y las apariencias si le permitía frecuentar a su concubina para seguir agrandando su fortuna. Así tuvieron a José Arcadio, que sería educado por Úrsula para ser papa, y a Remedios Renata, a quien llamaban Meme.
Pero no fueron ellos los únicos hijos que llegaron a la casa de los Buendía. Un día tocaron a la puerta los 17 hijos del coronel Aureliano Buendía y quedaron para siempre marcados con la señal ceniza de la santa cruz en su frente cuando fueron a la iglesia con Amaranta. Parrandearon, llenaron de alegría la casa y ayudaron a reconstruir por fuera la casa de Rebeca, abandonada por años y olvidada como su dueña.
Quien encontró a Rebeca fue Aureliano Triste, uno de los hijos del coronel que se quedó a vivir en el pueblo y creó una empresa de hielos tan próspera que pronto necesitó ayuda de su hermano Aureliano Centeno, a quien contrató para administrarla mientras él abría las rutas de comercio trayendo el ferrocarril a Macondo.
La ascensión de Remedios, la bella, y la llegada del tren a Macondo
Con la llegada del ferrocarril a Macondo, llegan con él invenciones como el gramófono, el cine, la luz o el globo aerostático. Sin embargo, lo que sorprende a la gente del pueblo no son estas invenciones, habituados ya a los prodigios de los gitanos, sino los nuevos forasteros.
La hojarasca llega a Macondo y la hospitalidad de Úrsula la recibe con las puertas abiertas. Una tarde, llega a la casa de los Buendía Mr. Herbert, un gringo que come fascinado un racimo de bananos y se decide a traer la compañía banandera a Macondo. Con la compañía llegan más gringos que construyen al otro lado de los rieles un barrio bien trazado de casas alambradas con piscinas.
Entonces llegan aún más forasteros atraidos por el trabajo y los otros atractivos de Macondo, como Remedios, la bella, que ya es una adolescente de belleza letal para los hombres. Cuatro hombres se acercaron a ella con destinos fatales, hasta que una tarde, mientras ayudaba a Fernanda a colgar unas sábanas en el patio, de pronto ascendió al cielo entre un viento celestial.
El asombro de Macondo ante la ascensión de Remedios, sin embargo, no duró mucho porque pronto una tragedia opacó el prodigio: los 17 aurealianos fueron asesinados uno por uno. El coronel Aureliano Buendía, indignado por la complicidad del gobierno con la compañía bananera gringa que había tomado el control de Macondo y furioso por el asesinato de sus hijos, decide retomar las armas e iniciar una nueva guerra. Recoge fondos y se reúne con su antiguo camarada, el coronel Gerineldo Márquez, quien, derrotado por la soledad y la espera de la pensión, le dice que ya están muy viejos para eso.
El último día del coronel Aureliano Buendía
Úrsula, ahora una anciana menuda, casi ciega pero más clarividente que nunca, rememora el pasado de la familia: comprende la soledad del coronel Aureliano Buendía, que no es más que una incapacidad para amar; y el rencor amargo de Amaranta, que es en realidad un miedo al amor. También, la anciana matrona ha dedicado sus días a la formación papal de José Arcadio que ya está listo para irse al seminario, así como Meme, su hermana, que ya es adolescente y será enviada a un colegio de monjas donde Fernanda del Carpio, su madre, espera que se vuelva una virtuosa del clavicordio.
En la ausencia de los niños y sin necesidad de mantener frente a ellos la mentira de su matrimonio, Aureliano Segundo vuelve a la casa de su concubina, Petra Cotes, donde comienza una nueva etapa de desafuero en sus parrandas que casi termina con su vida en una competencia regional de glotonería contra La Elefanta.
Asustado por esta experiencia cercana a la muerte, Aureliano Segundo vuelve a casa a vivir con su esposa Fernanda y allí lo encuentra su hija cuando vuelve de vacaciones. Pero Meme no ha llegado sola, trae consigo a sus amigas del colegio de monjas que rebosan la casa y la llenan de una alegría juvenil que obliga al coronel Aureliano Buendía a encerrarse en su taller de platería.
Así, enfocado en su trabajo, callado y triste, lo sorprende una tarde la algarabía del circo que llega a Macondo. Parado en la puerta, el coronel Aureliano Buendía ve pasar el circo y, emocionado, siente en su corazón una remota nostalgia por los tiempos de los gitanos. Al término de la caravana, el coronel entra a su casa y siente más que nunca el vacío de su soledad. Entonces, va a orinar al castaño del patio donde murió su padre José Arcadio Buendía y allí parado muere.
Amaranta teje su mortaja y el amor llega con mariposas amarillas
Después de terminar sus estudios de clavicordio en el colegio de monjas, Meme regresa a Macondo sintiendo que ha cumplido el compromiso con su estricta madre, Fernanda del Carpio, con quien guarda un secreto rencor. En el pueblo, Renata Remedios (Meme) descubre sus deseos adolescentes y hace amistades entre ellas Patricia Brown, una chica del barrio de la compañía bananera con quien aprende el idioma y las costumbre de los gringos.
Mientras tanto en casa, Amaranta termina de tejer su propia mortaja en la que había comenzado a trabajar desde muchos años antes, cuando una tarde en el corredor de las begonias la visitó la muerte y le anunció que moriría cuando terminara de tejer su mortaja. Amaranta comienza los preparativos para su muerte y anuncia a los aldeanos que llevará el correo a los muertos como una forma de penitencia ante su vida de rencores y amarguras. El día final llega y, una tarde de febrero, Amaranta muere tranquilamente en su cama.
Durante el luto de Amaranta, Meme había estado saliendo secretamente con un mecánico de los talleres de la compañía llamado Mauricio Babiliona, un joven orgulloso y cetrino a quien persiguen las mariposas. El romance secreto y el deseo sumen a Meme en una inquietud que sospecha Úrsula y descubre Pilar Ternera, la anciana pitonisa bisabuela de la enamorada, quien le aconseja que deje fluir el amor y le presta su cama para que se encuentre con su amante.
Entre las noches de pasión donde Pilar Ternera y las de amor en el cine, transcurre el romance de Meme y Mauricio Babilionia hasta que finalmente es descubierto por Fernanda del Carpio. La estricta y clasista madre decide encerrar a su hija en su cuarto para que se olvide de aquel hombre de clase obrera. Pero hasta allí llega cada noche Mauricio Babilionia rodeado de mariposas para acostarse con su amante hasta que lo alcanza la faltalidad: un guardia que había mandado poner Fernanda le clava una bala en la espalda dejándolo inválido por vida.
La huelga bananera y un nuevo Aureliano
La mañana después de la fatídica noche en que Mauricio Babilonia fue derribado mientras intentaba entrar al dormitorio de Meme, Fernanda del Carpio alistó las maletas de su hija y la sacó de Macondo en un viaje que empezó en tren, continuó por el río, y terminó remontando por tierra la cordillera hasta llegar a un convento de clausura en la ciudad de los treinta y dos campanarios donde fue recluida.
En su regreso a Macondo, Fernanda notó la agitación en el ambiente, los soldados en el tren a Macondo y la sensación de que algo iba a pasar. Efectivamente, se estaba fraguando la huelga de trabajadores de la compañía bananera liderada por su cuñado, José Arcadio Segundo. Mientras las plantaciones se iban vaciando y los gringos huían de Macondo para evitar la confrontación, llegó a la casa de los Buendía una monja que traía en una canastilla al bebé de Meme y Mauricio Babilonia. Había nacido en el convento y fue bautizado con el nombre de su abuelo: Aureliano.
Entre las peticiones de los trabajadores y las evasivas del gobierno para ocultar los abusos de la compañía bananera, Macondo se preparaba para la llegada de los militares que habrían de apaciguar la huelga. Así, llegó un día al pueblo un regimiento de soldados que plantaron sus ametralladoras alrededor de la plaza donde estaban congregadas cerca de tres mil personas. Después de la lectura de la orden civil y la orden de desalojo de la plaza, la multitud, entre la que se encontraba José Arcadio Segundo, permaneció amenazante en su quietud, y solo abandonó despavorida la plaza cuando las metralletas escupieron fuego como un gran dragón multicéfalo.
Horas después, José Arcadio Segundo despertó en un vagón de tren lleno de muertos y descubrió que todo el interminable tren estaba repleto de los cadáveres de quienes habían estado en la plaza. Asustado, se lanzó del tren y regresó al pueblo caminando bajo un aguacero diluvial. Cuando llegó a Macondo descubrió desconcertado que el pueblo estaba como si nada hubiera ocurrido, nadie recordaba la huelga y en los periódicos se celebraba la firma amistosa de un acuerdo entre los trabajadores y la compañía.
Cuando José Arcadio Segundo llegó a casa fue recibido por Santa Sofía de la Piedad, quien escondió a su hijo en el antiguo cuarto de Melquíades mientras pasaba la lluvia y la cacería de los jefes sindicales que había emprendido el gobierno. Así, un día, tocaron la puerta de la casa seis militares que buscaron por toda la lado a José Arcadio Segundo. Cuando por fin llegaron al cuarto de Melquíades no vieron allí más que la pila de bacenillas y polvo acumulado durante años, a pesar de que en el cuarto estaba José Arcadio Segundo esperando ser capturado.
Hastiado del conflicto y decidido a seguir oculto, José Arcadio Segundo se recluyó en el cuarto de Melquíades leyendo los indescifrables manuscritos del gitano y convencido de que eran más de tres mil los muertos de la masacre bananera.
Diluvio en Macondo
Después de la masacre bananera, Macondo se ahogó en un diluvio que duró cuatro años, once meses y dos días. Pensando que el aguacero no duraría apenas un par de horas, Aureliano Segundo se quedó en casa junto a Fernanda, su esposa. Pero la lluvia continuaba cayendo después de días, así que aprovechó el tiempo para reparar los deterioros de la casa y educar a su hija Amaranta Úrsula y a su nieto Aureliano Babilonia.
Los niños intercalaban las tardes enciclopédicas de Aureliano Segundo jugando con su nueva muñeca favorita: Úrsula Iguarán, la ciega y centenaria matrona que, al ver pasar el cortejo fúnebre del coronel Gerineldo Márquez muerto durante el diluvio, anunció que moriría cuando escampara. Ante esta premonición, su bisnieto Aureliano Segundo se decidió a encontrar el tesoro del San José cuyo escondite sólo conocía Úrsula. Pero, aunque desenterró la casa hasta los cimientos y casi la derrumba, no pudo encontrarlo, ni siquiera con la ayuda de las barajas de Pilar Ternera, su abuela.
Así, los habitantes de la casa pasaban el diluvio, pero las reservas de comida empezaban a escasear y el desespero de Fernanda del Carpio estalló en una lluvia de cantaleta que estoicamente aguantó su esposo Aureliano Segundo. Sin embargo, una tarde el gemelo glotón y parrandero, ahora flaco, con aire solitario y de nuevo idéntico a su hermano José Arcadio Segundo, se desquitó de su esposa destruyendo con calma la vajilla y los antiguos lujos de Fernanda.
Escampó finalmente un viernes a las dos de la tarde, y los habitantes de Macondo que salieron de sus casas vieron el pueblo destruido, pero renovado. El diluvio había arrasado con el barrio y las plantaciones de la compañía bananera, había espantado a los forasteros que llegaron con la hojarasca y solo quedaron en Macondo los descendientes de los primeros pobladores. Aureliano Segundo volvió entonces a la casa de su concubina, vieja y llena de rabia, pero decidida a rehacer su fortuna rifando una mula famélica.
Úrsula cumple su promesa final y los gemelos se (des)confunden
El viento y los calores que siguieron al diluvio parecen revitalizar a la anciana y ciega Úrsula que se dedica, en sus escasos momentos de lucidez, a reorganizar la casa. Piede que abran las puertas, que consigan comida para los visitantes y limpien las instancias, pero Fernanda se niega y apenas medio organiza las flores y consigue una nueva vajilla para atender a José Arcadio, su hijo, que anunció visita desde Roma.
Pero poco a poco Úrsula termina edentrándose más en las tinieblas y la locura. Vuelve a su cama y su cuerpo se va encongiendo mientras mezcla el presente con el pasado, trayendo del recuerdo a familiares muertos, como a su hijo Aureliano Buendía, a quien confunde con su tataratataranieto Aureliano Babilonia. Finalmente, Úrsula Iguarán muere un jueves santo caluroso que provoca una lluvia de párajos muertos.
Mientras tanto, Rebeca Buendía muere sola, chupando dedo, en su casa en ruinas. Y Aureliano Segundo vuelve donde Petra Cotes intentando recuperar su fortuna pero termina encontrando el amor otoñal de su concubina que ha intentado recuperar el negocio de las rifas. Sin embargo, los boletos no se venden como antes y el ganado ha perdido su fecundidad, así que Aureliano Segundo recurre a una rifa final para poder cumplir su deseo de mandar a su hija Amaranta Úrsula a estudiar a Bruselas.
Meses después, Amaranta Úrsula parte de Macondo a Bruselas en un tren, despedida en la plataforma por sus padres que vuelven a vivir juntos. Aureliano Segundo cumple así la promesa de morir en la cama de su esposa, mientras en otra habitación de la casa, a la misma hora, José Arcadio Segundo cae desplomado sobre los manuscritos de Melquíades en frente del joven Aureliano Babilonia, con quien ha logrado descubrir el misterioso alfabeto del gitano. Los dos gemelos son enterrados en un sepelio de parranda, y en la confusión de la borrachera los amigos de Aureliano Segundo terminan trocando las señas de las tumbas de los muertos.
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Una de las dificultades de leer Cien años de soledad es identificar a los personajes que repiten nombre a lo largo de las generaciones. Pero esa dificultad se resuelve con este árbol genealógico completo y útil para no perderse en la lectura.
Cien años de soledad es una novela con más de 100 personajes, aunque los principales son los miembros de la familia Buendía que se va renovando en siete generaciones. Pero además de ellos, hay otros personajes alrededor que pueden confundir por su cantidad.
Acá te contamos los más importantes (PUEDE CONTENER SPOILERS):
Hombre fuerte, aventurero y soñador. Esposo de Úrsula Iguarán. Funda Macondo tras exiliarse de su pueblo por matar a Prudencio Aguilar. Gran amigo del gitano Melquíades. Padre de José Arcadio, Aureliano y Amaranta.
Mujer emprendedora, firma y longeva. Esposa de José Arcadio Buendía y cofundadora de Macondo. Madre de José Arcadio, Aureliano y Amaranta.
Gitano extranjero que trae a Macondo las invenciones del mundo. Gran amigos de José Arcadio Buendía. En su vejez vive en la casa de los Buendía y allí escribe unos misteriosos manuscritos.
Contrincante y perdedor en una pelea de gallos contra José Arcadio Buendía. Después de morir a manos de éste último se convierte en su amigo después de la muerte.
Hijo mayor de los Buendía. Fuerte, impulsivo y aventurero como su padre. Despues de embarazar a Pilar Ternera, decide no reconocer a su hijo (Arcadio) y se escapa con una gitana. Al volver se casa con su hermana de adopción, Rebeca.
Segundo hijo de los Buendía. Retraído y sencillo, enviuda sin hijos de Remedios Moscote. Se hace coronel de las fuerzas liberales y pelea sin gloria decenas de guerras. Al volver a Macondo se dedica a fabricar pescaditos de oro.
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