El último encuentro de Sándor Márai, una profunda narración sobre la amistad, el amor y la traición. Una historia que llega a lo profundo del alma humana como solo lo puede hacer Sándor Márai.

Ficha técnica:

Título: El último encuentro.
Autor: Sándor Márai.
Año de publicación: 1942.
Páginas: 160.
Editorial: Salamandra (1999).
Calificación en Goodreads: 3 (3.5 en realidad).

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Mi padre también es poeta, ¿no lo sabías? Siempre está pensando en otra cosa. (…)

Siempre es grato volver a los autores que removieron en uno sentimientos grandes. A mí, por ejemplo, Sándor Márai me conquistó con La mujer justa.

Sin embargo, ahora que volví a Márai con El último encuentro, quedé satisfecho en tanto a las magníficas reflexiones que hace en su libro y por la historia intrigante que presenta, pero un poco insatisfecho con la manera en que Márai trata la historia, por los vacíos que deja y lo fatigante que puede llegar a ser, sobre todo, en la primera parte.

Resumen El último encuentro

La memoria lo pasa todo por su tapiz mágico. Resulta que después de diez o veinte años te das cuenta de que algunos acontecimientos, por más importantes que hayan parecido, no te han cambiado absolutamente en nada. Un día, sin embargo, te acuerda de una cacería, del detalle de un libro o de esta sala.

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Un hombre solitario, un castillo, una carta, un silencio.

El tono de la novela, misterioso, se fija con una escena inicial que nos deja ver solo la punta del gran acontecimiento al que precede: un encuentro entre dos amigos, después de cuarenta y un años.

De esta forma conocemos a Henrik, un aristocrático general del ejército del imperio austrohúngaro que ha pasado los últimos años de su vida encerrado en su mansión, y a Kónrad, un hombre diletante de origen más humilde, pero no menos grandioso que es familiar del compositor polaco Frédéric Chopin (mi favorito, por cierto).

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En la nostalgia por un pasado brillante vivimos de principio a fin esta narración que nos lleva por la historia de la amistad de estos dos amigos, Henrik y Kónrad, sus años en la escuela militar, su adolescencia y sus pasiones, sus intereses comunes, el recuerdo de una mujer (casi indispensables ellas en todas historia de hombres) y una mañana, de cuarenta y un años atrás, que cambió para siempre el destino de sus vidas.

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Todos los elementos, los escenarios, personas y recuerdos van cada uno aportando a la historia un grado de tensión y misterio que Márai maneja de forma magistral, también excesiva por momentos, para mantenernos enganchados. Capítulo a capítulo la novela toma forma y se encamina a un desenlace impredecible y real, con todo lo que estos adjetivos puedan significar.

Análisis literario El último encuentro

A medida que voy conociendo la obra de Sándor Márai, empiezo a identificar rasgos de la narrativa de este escritor, sin duda uno de los mejores del siglo XX.

En sus libros, Márai es increíblemente analítico y le da significado a cada detalle de lo que narra. Sus personajes son reflexivos y decodifican el mundo y las intenciones del otro a partir de sus movimientos, de sus acciones y omisiones.

En El último encuentro, a cada paso de capítulo vemos cómo Márai llega al final de cada uno con la trama dispuesta para revelar un detalle importante de la historia, y justo cuando el general, en un monólogo a veces tedioso, parece decidido a contarnos el meollo del asunto, se arrepiente y decide devolverse para aclarar mejor un pensamiento.

Quizás lo estoy contando todo con demasiados detalles – dice para disculparse -. Pero no se puede hacer de otra manera: sólo a través de los detalles podemos comprender lo esencial, así lo he experimentado yo, en los libros y en la vida.

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En esta obra, Henrick tiene todo predispuesto para este último encuentro. Lo había preparado todo, su casa y sus palabras durante cuarenta y un años con un único objetivo: saber la verdad.

Esa búsqueda de la verdad como fuerza liberadora es el motor de esta historia donde la amistad, el amor, el valor, el honor y la traición encuentran en cada página un lugar que les fija Márai con su prosa líquida, alargada y eficaz, mas no eficiente.

Si algo empiezo a notar recurrente y distintivo (aunque no siempre agradable al lector) en Márai, es que en sus obras, aunque hay varios personajes que dialogan entre ellos, todo termina siendo monólogo en el que hay un personaje que domina la narración.

En el caso de El último encuentro, el general Henrick se apodera de gran parte del libro para desmenuzar, decodificar y deconstruir la relación y las vidas de él y su amigo. Konrad solo interviene en un momento para contar su historia e interviene, pregunta y comenta el discurso de Henrick, pero es este último quien domina la disertación.

El discurso del general es toda una catarsis, un exorcismo de todo lo que su mente maquinó en cuarenta y un años, y nosotros, los lectores, somo testigos de sus idas, sus vueltas, sus certezas, dudas, aciertos y desaciertos.

Los episodios que marcaron su relación en la niñez, en la adolescencia y en la adultez son nombrados y descritos todos para crear un cuadro claro que permita entender el significado del episodio que es centro y grieta de la historia.

Porque en la vida de un hombre no solamente ocurren las cosas – dice ahora con mayor decisión, levantando la cabeza. (…)-. Uno también construye lo que le ocurre. Lo construye, lo invoca, no deja escapar lo que tiene que ocurrir. (…) Obra así incluso sabiendo o sintiendo desde el principio, desde el primer instante, que lo que hace es algo fatal.

Pero en este entramado de episodios y de preguntas por el que nos lleva Sándor Márai en El último encuentro, los personajes (en este caso él personaje) responden con la mayor claridad y certeza con las que el autor los puede dotar: no hay en la historia misma una invitación a la imaginación, parece que al final no hay misterio, la luz ha pasado por todo, lo ha aclarado todo y, sino, al final no importa.

Como dice José María Guelbenzu en su reseña en Revista de libros:

Los personajes convocados por Márai vienen tan solo a ilustrar una anécdota: no se mueven, no progresan, simplemente confirman una historia que el autor conoce de antemano y de la que no aspira a sacar más partido que la revelación de algo que bien pudo aparecer al principio.

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Pero si hay algo maravilloso en esta obra son las magníficas reflexiones y preguntas que hace y se responde Henrick sobre la amistad, sobre el amor, la fidelidad y la lealtad.

Y si un amigo nuestro se equivoca, si resulta que no es amigo de verdad ¿podemos echarla la culpa por ella, por su carácter, por sus debilidades? ¿Qué valor tiene una amistad si sólo amamos en la otra persona sus virtudes, su fidelidad, su firmeza? ¿Qué valor tiene cualquier amor que busca una recompensa? ¿No sería obligatorio aceptar al amigo desleal de la misma manera que aceptamos al abnegado y fiel? ¿No sería justamente la abnegación la verdadera esencia de cada relación humana, una abnegación que no pretende nada, que no espera nada del otro?

Puedes ver todas mis citas y fragmentos favoritos de El último encuentro aquí.

Opinión

El último encuentro es una novela entretenida y rica en pasajes y reflexiones memorables. En la historia hay poética, hay arte (Chopin es parte de la trama), hay nostalgia, oscuridad, luz y, como no podía faltar en la historia de dos hombres: una mujer que lo determina todo. A partir de allí, esta obra de Márai se desenvuelve como sus demás obras: con un encanto extraño, son crudo y desolado.

En un entramado de episodios y personajes, el autor húngaro nos deja reflexiones que nos hacen marcar la página, detenernos y disfrutar, a veces con cierta amargura, cada elucubración de sus personajes. La prosa de Márai es fluida, limpia, y deja en evidencia la preocupación del autor por lograr un estilo y un manejo del lenguaje y los hilos de la trama muy interesante y disfrutable.

Sin embargo, la obra demora en tomar fuerza. Es al principio lenta, disipada, y hace querer, no en un sentido totalmente positivo, avanzar al desenlace de la historia.

El último encuentro me dejó una sensación de inquietud con respecto a la forma en que Márai trató la historia. Todo está dicho en esta novela que es, como las obras de Márai que he leído, un monólogo que se cierra de un portazo al lector, mero espectador que no participa en la historia. Al final lo sabemos todo, pero nada nos sorprende.

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¡Buena lectura! 😀