Resumen y reseña del libro ganador del premio Alfaguara de novela 2014, El mundo de afuera del escritor colombiano Jorge Franco.

Ficha técnica:

Título: El mundo de afuera.
Autor: Jorge Franco.
Editorial: Alfaguara.
Año de publicación: 2014.
Extensión: 300 páginas.
Premios: Premio Alfagura de novela 2014.
Calificación mía en Goodreads: 3

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El mundo de afuera es la novela ganadora del Premio Alfaguara 2014 del escritor colombiano Jorge Franco, autor mundialmente conocido por su obra Rosario Tijeras.

En El mundo de afuera, Franco explora los inicios de la era del narcotráfico en Colombia, mientras nos lleva también por la historia íntima de una adinerada familia de Medellín.

Con un marco cómodo para el escritor (Medellín en la década de los 70’s), esta historia está, según el autor, llena de nostalgias de su niñez y juventud en la ciudad, cuando esta aún no conocía la oscuridad que se le vendría encima en las décadas posteriores.

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¡fantasía trágica! - El mundo de afuera del escritor colombiano Jorge Franco, explora los inicios de la era del narcotráfico en Colombia, mientras nos lleva también por la historia íntima de una adinerada familia de Medellín.

Biografía Jorge Franco

Nació el 22 de febrero de 1962 en Medellín. Estudio cine en el The London Film School, después de haber tenido un paso fugaz e infructuoso en las carreras Ingeniería Industrial y Publicidad. Después de volver de Londres se fue a Bogotá a estudiar Literatura en la Javeriana de Bogotá.

Aunque dice que nunca consideró realmente ser escritor sino más bien trabajar en cine, pronto se dio cuenta de que su carácter era un poco más reservado y que el cine, al necesitar de tantos equipos y personas para llevar a cabo un proyecto, era un medio más difícil para contar historias, que era lo que él quería hacer.

Así pues se decanta por la escritura y cuando vuelve a Medellín participa en varios talleres literarios, uno de ellos dirigido por Manual Mejía Vallejo.

La formación cinematográfica de Jorge Franco sin duda ha tenido un impacto en sus novelas. Aunque Franco ha admitido que no piensa en las adaptaciones a la hora de escribir, está claro para mí, y para muchos otros lectores, que la narrativa de Jorge Franco tiene mucho de la del cine.

Los diálogos forman parte esencial de todo su trabajo y, aunque Jorge Franco no es precisamente un autor descriptivo, logra recrear todo un ambiente con solo precisar algunos detalles del espacio donde ocurre un evento en sus novelas. Es como en el teatro, que con poner una lámpara allí, un sillón acá y un estante más allá, se crea la impresión de un espacio completo.

La novela de la que hablaremos hoy, El mundo de afuera, es la penúltima novela de Jorge Franco que le hizo merecedor del Premio Alfaguara de novela 2014.

Contexto El mundo de afuera

Para entender un poco la novela, o para contextualizarla, vale hacer un pequeño apunte histórico sobre la familia protagonista de esta novela: los Echavarría.

La familia Echavarría

Como muchas de las familias colombianas, el árbol genealógico de los Echavarría está sembrado en el país vasco, en el caso concreto de esta, en Vizcaya. En Colombia, el primer Echavarría apareció por allá por el siglo XVII, en Santa Fe de Antioquia, capital de la provincia. Se llamaba Antonio Echavarría Jáuregui.

Dos generaciones después de don Antonio, aparece don Rudesindo Echavarría, quien llegó a Medellín a abrir una casa comercial llamada Rudesindo Echavarría e hijos, ubicada frente al Parque Berrío y dedicada a revender mercancía de importadores locales. Sin embargo, Rudesindo decide después empezar él mismo a traer su mercancía, y manda de Inglaterra traer unas telas invirtiendo todo sus ahorros. El fecundo negocio pasó después a sus hijos Rudesindo Jr. Y Alejandro, quienes pasaron del comercio de tela a la industria y fabricación de las telas fundando cada uno por su lado Fabricato y Coltejer, las empresas textiles más importantes de Colombia.

Edificio Coltejer en Medellín, visto desde el Parque Berrío.

Alejandro, el fundador de Coltejer tuvo 10 hijos, entre ellos don Diego Echavarría, el empresario y filántropo que fue secuestrado, como muchos de sus parientes también, y quien es uno de los protagonistas de esta novela.

La familia Echavarría es quizás la más famosa de Medellín y cada uno de sus miembros contribuyó enormemente al progreso de la ciudad. Entre el legado de toda esta familia se cuentan grandes empresas como Corona, Coltejer, Fabricato; y aportes culturales y sociales como el primer avión, La orquesta sinfónica de Antioquia, las bibliotecas y colegios de don Diego en Itagüí, la hacienda Ditaires también en Itagüí (llamada así en conmemoración a Benedikta zur Nieden, o Dita, la esposa de don Diego), el hospital San Vicente de Paul, la primera cancha de tenis de la ciudad, la revista Semana entre otras más.

El evento real que inspiró esta novela de Jorge Franco ocurrió el 8 de agosto de 1971, cuando, a la entrada de su Castillo en Medellín, don Diego Echavarría fue secuestrado por el Mono Trejos y su pandilla.

Esta novela cuenta la historia del secuestro de don Diego Echavarría Misas. A la par de todo el plan ideado por los secuestradores, su posterior ejecución y todo el desarrollo del cautiverio en una finca en Santa Elena a las afueras de Medellín, se cuenta la historia de Isolda, la hija de Diego Echavarría, una niña que vive en el mundo de fantasía del castillo, apartada del mundo de afuera.

Con su conocido estilo, Jorge Franco salta inquietamente por las temporalidades de la historia y va llevándonos a la Alemania de la posguerra, donde don Diego va a estudiar y conoce a su esposa Dita, y al Medellín de los 60’s, con sus motos Lambretta y sus festivales de música hippie. Así pues, de estar en el frío de Alemania asistiendo con don Diego a conciertos de música clásica y empezando su historia de amor con Dita; pasamos a la propia niñez de Jorge Franco, que es propiamente uno de los narradores de la historia, que nos cuenta como vecino del castillo todo este misterio que rodeaba a Isolda; para ir después al Medellín de los 60’s a ver el plan que El Mono Riascos y su pandilla preparan para el secuestro.

De este modo, de a poco Jorge Franco nos va armando la historia llena de obsesiones, de una magia maravillosa, pero también de la realidad desastrosa del secuestro.

Análisis literario El mundo de afuera

La novela es una historia entretenida que el mismo Jorge Franco ha señalado como una nostalgia de su niñez y de la Medellín que vivió antes de que se convirtiera en el escenario de sicarios y mafia. Esta “inocencia” del mal que entonces tenía Medellín, este preámbulo al terror, se muestra con cierto humor incluso si nos fijamos en el tono en que Jorge Franco presenta a los bandidos, por un lado, y a los policías por el otro, todos tan poco diestros en el oficio del mal y de la justicia.

Así pues, nos encontramos con secuestradores que se quiebran ante las situaciones y problemas que viven, y a policías que improvisan en los operativos.

La historia en un principio me pareció un poco desarticulada y me demoré un par de páginas para empezarla a apreciar y a conectar dado el estilo de saltos espaciales y temporales, conocidos como flash-back. Esta técnica muy cinematográfica es un recurso usual en Franco, quien tiene formación en cine, y le permite ir creando la historia y tejiendo el panorama que se hace claro al final de la novela.

Así es como la historia va tomando fuerza, sobre todo cuando empieza la historia de don Diego y Dita en Alemania, y podemos ver una imagen cada vez más clara de los personajes y espacios.

Si algo resalta y tiene eco, sobre todo en los lectores antioqueños, son los diálogos. En algunas entrevistas el escritor confiesa que recurre mucho a estos porque aportan a la historia de manera contundente. Esto es sin duda cierto, y es una habilidad extremadamente valorable en un escritor el lograr crear diálogos que no se sientan ajenos a la historia.

Esta capacidad es realmente resaltable porque en general crear diálogos creíbles puede llegar a ser muy difícil, pueden hacer trastabillar la veracidad de la historia y los personajes si no se logran bien. Pero cuando se crean diálogos precisos y creíbles, dan una fuerza y una a la vez una ligereza a la historia que a la prosa le es más difícil lograr.

Uno de los más grandes escritores de la literatura universal, y uno de mis favoritos, Lev Tolstói, es para mí uno de los mejores creadores de diálogos, y en su novela Anna Karénina lo hace constatar poderosamente.

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El hecho de que la novela se enraíza en Medellín me hace, nuevamente como todas las novelas que se desarrollan acá en mi tierra, crear una identificación muy buena con la novela. El voceo de los diálogos, los lugares donde ocurren las cosas, los escenarios que se describen son tan medellinenses que uno logra crearse una imagen muy clara de las situaciones y, por lo menos a mí, me permite vivir mucho más la historia.

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Opinión

El mundo de afuera de Jorge Franco es para mí como un día del cielo de Medellín. Comienza tranquila, sin definirse mucho, luego se va poniendo soleada, brillante. Hierve y se acalora que te hace sudar, y en esas, mientras todavía estás quejándote del calor que hace, sientes venir desde atrás, lenta pero seguramente, por el sur, una nube que lo oscurece todo. El día se pone más turbio, más misterioso, y el cielo suelta un aguacero que enfurece ríos y destroza árboles.

Esa para mí es El mundo de afuera: una novela con cambios de ritmo frenéticos, que va de la oscuridad a la luz, de la calma a la zozobra en unas 300 páginas que la dejan corta.

En general la novela me gustó, pero sentí, o quise, que hubiera podido dar más. Hay muchos elementos por explorar (como la relación de don Diego y Dita y su vida antes de Medellín), y también muchos personajes, sobre todo nuevamente Dita y Twiggy, que para mí fueron tan buenos de leer, como ocurre a menudo con los personajes femeninos de Jorge Franco.

Sigo pensando que Melodrama sigue siendo la mejor novela del autor antioqueño de quien dijo Gabriel García Márquez dijo que “es uno de los autores colombianos a quienes me gustaría pasarle mi antorcha”.

Entonces, si se encuentran por ahí con esta bonita carátula, denle una oportunidad que no se van a arrepentir.

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