Juan Gabriel Vásquez, el autor de La forma de las ruinas, es un escritor colombiano aclamado por Vargas Llosa que nos trae esta fascinante novela donde él mismo es protagonista. Historia, intriga y una narrativa limpia y eficaz desbordan en esta novela.

Ficha técnica:

Título: La forma de las ruinas.
Autor: Juan Gabriel Vásquez.
Género: novela.
Año de publicación: 2015.
Extensión
: 530 páginas (netas).
Premios: Casino da Póvoa 2018.
Calificación mía en Goodreads: 5

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Hace dos años, cuando me leí Las reputaciones, tuve un amor a primera leída con su autor, Juan Gabriel Vásquez. Me bastó solo ese librito de cien páginas para darme cuenta de toda la vida que había en la prosa de este escritor.

Ahora con este libro de más de 500 páginas que es su última novela, confirmé que Las reputaciones no había sido solo una fascinación por lo nuevo, sino que realmente la narrativa de Vásquez es de las mejores hoy no solo en Colombia, sino, como dijo Mario Vargas Llosa, en toda Latinoamérica.

La forma de las ruinas, que fue ganadora del premio Casino Povoa de Portugal, y también nominada al premio Manbooker Prize, el premio literario más importante del Reino Unido, es una muestra del valor literario y la fuerza narrativa del autor bogotano.

Resumen La forma de las ruinas

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La forma de las ruinas, publicado en 2015 por la editorial Alfaguara, cuenta la historia de cómo Juan Gabriel Vásquez llega a tener en sus manos una vértebra del caudillo Jorge Eliécer Gaitán atravesada por una bala, y de cómo esto lo lleva a conocer a Carlos Carballo, un hombre obsesionado por encontrar la verdad sobre dos asesinatos célebres del siglo XX en la historia colombiana: el del general Rafael Uribe Uribe en 1914, y el de Jorge Eliécer Gaitán 1948.

En esta búsqueda obsesiva por la verdad, Carballo intenta convencer a Vásquez de que escriba un libro sobre la relación entre estos dos asesinados, que él cree que son el resultado de unas conspiraciones, asegurándole que será su oportunidad de “hacer historia” con el libro.

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De esta forma, nos movemos por la historia de Colombia durante todo un siglo, desde 1914 con el asesinato del general Uribe Uribe y el ambiente de Bogotá durante la Gran Guerra (después conocida como la Primera Guerra Mundial); yendo luego al 8 de abril de 1948, el día que mataron a Gaitán, y a los días previos y posteriores a este magnicidio, que llegó a conocerse como El Bogotazo; hasta llegar a la primera década del siglo XXI, al momento en que Vásquez conoce a Carballo y a Benavides, el doctor que le muestra las ruinas de Gaitán. Todo ello mientras, además, vamos asomándonos a la vida personal de Vásquez, al nacimiento prematuro de sus hijas, la muerte de sus amigos y su cotidianidad de escritor.

Los lectores muchas veces nos interesamos, y hasta nos obsesionamos, con las historias detrás de un libro, con los motivos que condujeron a un escritor a escribirlo y con las razones por las que pasaron o no ciertas cosas en sus relatos.

En este libro, que es la mismísima historia de creación de él mismo, lo sabemos todo: sabemos de dónde salió la historia, quiénes son las personas detrás de los personajes (ocultos por supuesto tras algunas capas de ficción) cómo el autor escribió el libro, las razones que lo llevaron a escribirlo y hasta por qué escogió determinado título. Este libro se justifica a sí mismo.

 

la forma de las ruinas análisis literario

 

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Juan Gabriel Vásquez nació en Bogotá en 1973. Esto es importante para entender este libro, y el resto de sus obras, pues el escenario donde creció el escritor fue un país azotado por las bombas que dejaban las guerras de los carteles de la droga.

Bogotá era, y es, también el escenario de muchos eventos históricos del país. Calles, bares y edificios habían visto desfilar a personalidades célebres como políticos, generales y escritores. Los habían visto subir a la cima del poder, los habían visto caer asesinados, escapar de sus enemigos o suicidarse, como en el caso del poeta José Asunción Silva.

Todo este pasado del que estaba rodeado Vásquez en su cotidianidad, lo llevó a interesarse por los personajes y hechos históricos que habían pasado por las mismas calles por las que él pasaba para ir a la Universidad a estudiar Derecho, o para vivir su vida en la capital. De allí, de ese interés, que él denomina casi “fetichista”, surgieron los primeros gérmenes que dieron como resultado final a La forma de las ruinas.

La novela es narrada en primera persona, pero no es una primera persona totalmente ficticia, sino que es la primera persona del mismísimo Juan Gabriel Vásquez, quien además se ser el autor de la novela, es también el narrador, la voz, el punto de vista de la novela.

En una entrevista, al preguntársele qué tan difícil había sido para él escribir la novela, Vásquez responde “yo llegué dos veces a la página 150 de la novela y las tiré a la basura por darme cuenta de que la novela estaba mal. (…) Yo descubrí que la única manera de contar esta novela era a través de esa libertad total de mezclar géneros y estrategias. Por eso yo puedo decir que la novela es al mismo tiempo una novela autobiográfica, pero también una novela policial.”

Y es que eso es. La novela es autobiográfica, porque nos cuenta algo que en realidad vivió Vásquez y que dio vida a la novela, junto con otros episodios de su vida; pero la novela es también policial, sobre todo en la parte del crimen de Uribe Uribe, porque nos vamos a 1914 a presenciar el crimen del general y la investigación de Marco Tulio Anzola sobre los verdaderos asesinos del general, acompañándolo en la búsqueda de pistas, en las entrevistas con testigos y en el mismísimo juicio que para mí fue la parte más emocionante del libro.

La novela abarca todo lo que necesita y son pequeños los detalles que faltan o sobren. Va de un lado al otro con la siempre efectiva y limpia prosa de Juan Gabriel Vásquez, que le da una movilidad y una ligereza a la lectura que hace que me parezca que las páginas se pasan solas. Con las novelas de Vásquez me ocurre que me siento a leer un rato y me doy cuenta de repente de que he leído quince, veinte páginas sin notarlo. Es fascinante.

Algo interesante también es que el libro parece que transcurre como la vida, que es una sola historia llena de pequeños episodios significativos. Por eso nos topamos en la novela con pequeños momentos que dan riqueza a la narración, que para muchos podrían sentirse como distractores o accesorios innecesarios en la narración, como la misa de la muerte del escritor Rafael Humberto Moreno-Durán, amigo cercano de Vásquez; o la escena en la clínica, que es entre graciosa y trágica, de Vásquez con Andrea “de los ojos grandes que se la llevaría la muerte en meses”.

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temas y argumento

 

Por las páginas de la novela pasan temas como la muerte, la envidia, las obsesiones, la historia, la violencia, la verdad, la mentira, la memoria, el olvido, la novela. Cada escena, cada diálogo y cada personaje va construyendo las reflexiones que sobre estos temas hace el libro, con apartes tan magníficos como los siguientes:

Página 88 (Sobre la envidia y los celos)

Los celos y la envidia mueven el mundo. La mitad de las decisiones se toman por emociones tan básicas como la envidia y los celos. El sentimiento de humillación, el resentimiento, la insatisfacción sexual, el complejo de inferioridad: ahí tiene los motores de la historia, mi querido paciente. Ahora mismo alguien está tomando una decisión que nos afecta a usted y a mí, y la está tomando por razones como éstas: para joder a un enemigo, para vengarse de una afrenta, para impresionar a una mujer y acostarse con ella. Así funciona el mundo.

Página 138 (sobre la mentira)

No me cupo la menor duda de que estaba mintiendo. ¿Pero con qué fin? Imposible saberlo, y no se me ocurrió una pregunta que me sacara de la duda. De hecho, no se me ocurrió opción mejor en ese momento que mentir también. (Casi nunca hay mejor opción: la mentira tiene mil usos, es maleable y sumisa como un niño: hace lo que le pidamos, siempre está dispuesta a servirnos, no es pretenciosa ni egoísta ni pide nada a cambio. Sin ella, no sobreviraríamos ni un segundo en la jungla de la vida social.)

Página 308 (Sobre la memoria)

Se dio cuenta de que la escena del crimen cambiaba como cambian nuestras memorias: con cada nuevo día, con cada nueva conversación, con cada minúsculo descubrimiento, las imágenes que se figuraban en su mente se volvían vaporosas, y aparecían hombres en lugares de la carrera séptima donde antes no había nada, y en cambio de la calle novena desaparecía alguna silueta que él siempre había creído fija.

Página 490 (Sobre la verdad)

Hay verdades que no quedan en los periódicos. Hay verdades que no son menos verdades por el hecho de que nadie las sepa. Tal vez ocurrieron en un lugar raro adonde no pueden ir los periodistas ni los historiadores. (…) Hay verdades débiles, Vásquez, verdades frágiles como un niño prematuro, verdades que no se pueden defender en el mundo de los hechos probados, de los periódicos y de los libros de historia, verdades que existen aunque se hayan hundido en un juicio o aunque las olvide la memoria de la gente. ¿O me va a decir usted que la historia conocida es la única versión de las cosas? No, por favor, no sea tan ingenuo. Eso que usted llama historia no es más que el cuento ganador, Vásquez. Alguien hizo que ganara ese cuento y no otros, y por eso le creemos hoy.

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opinión

 

Es una novela fascinante, un círculo completo que se cierra con un clic suave. Todo encaja, todo es armónico.

Juan Gabriel Vásquez logra con La forma de las ruinas conducirnos por dos momentos históricos claves de la historia de Colombia como quien mira en un museo una exposición llena de reliquias, de imágenes, de héroes y villanos que vuelven a vivir gracias a la precisa elaboración de una narración que nos atrapa en cada momento.

La novela vale sus 530 páginas, pero me es imposible no señalar dos momentos que, sobre el resto, me fascinaron: el juicio por el asesinato del general Rafael Uribe Uribe, donde acompañamos a Anzola a demostrar quién realmente mató al general; y el último capítulo con la narración del Bogotazo, donde Juan Gabriel Vásquez nos lleva al caos de las calles de Bogotá tras el asesinato de Gaitán, y nos muestra también la raíz de la obsesión de Carballo, este personaje misterioso, apasionado, delirante y repulsivo que odié al principio y durante toda la novela, pero que al final, cuando lo comprendí, me generó compasión.

La forma de las ruinas es, sin duda, una buena lectura.

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