El hombre que amaba a los perros es la novela del cubano Leonardo Padura sobre el asesinato en México del legendario líder socialista ruso Trotsky, donde también hace su aparición Frida Kahlo. Una trama de misterio con un ambiente inigualable.


Ficha técnica:

Título: El hombre que amaba a los perros.
Autor: Leonardo Padura.
Año de publicación: 2009.
Páginas: 576.
Género: Narrativa, novela negra, novela policial.
Editorial: Tusquets editores.
Temas: historia, política, comunismo.

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Reseña de: Edgar Javier Abreu.

El hombre que amaba a los perros es una novela escrita por Leonardo Padura, escritor y periodista cubano, publicada en el año 2009.

Considerada por la crítica como la mejor obra de Leonardo Padura, es una de las mejores novelas de los últimos años en Latinoamérica, un clásico moderno que desde su aparición ha contado con innumerables valoraciones (+4k en Goodreads con valoración promedio de 4.4), tanto por su contenido, como por la potencia narrativa y densidad de la historia.

El autor de Adiós Hemingway nos lleva en las 500 páginas de tensión y drama de El hombre que amaba a los perros a recorrer parte la historia convulsa del siglo XX, llevándonos a destinos grandiosos como París, Rusia, México y Cuba.

Resumen El hombre que amaba a los perros

El hombre que amaba a los perros comienza en 2004, en el funeral de la esposa de Iván Cárdenas Maturell, una antigua promesa de las letras cubanas venido a menos y marginado por la censura estalinista que se implantó en la isla desde los años 70. Debido a esa censura, Iván abandona por completo la literatura y se gana la vida como corrector en una revista veterinaria.

León Trotsky   (1879 - 1940)

Con un pasado marcado por las desgracias, entre ellas la muerte de su hermano William (debido a la persecución por homosexual), el escritor se verá enfrentado al destino una tarde de 1977 cuando, mientras lee un cuento titulado El hombre que amaba a los perros, se le acerca un misterioso hombre, custodiado a lo lejos por alguien, para contarle uno de los capítulos más importantes de la historia mundial del siglo pasado: el asesinato de Liev Davidovich (Trotsky).

¿Quién es aquel hombre enigmático?, ¿Por qué escoge a Iván para narrarle el asesinato de Trotsky?, ¿Qué enfermedad padece, y porque pasea con dos galgos rusos escoltado por un hombre en una playa de Cuba?, ¿Qué tiene que ver él con uno de los líderes políticos más importantes de la historia?

Estas preguntas atormentan a Iván, quien busca respuestas en una maraña de pistas, fechas y personajes a la manera de un detective o historiador que se afana por atar cabos y reconstruir los hechos. Desde allí El hombre que amaba a los perros se transforma en un testimonio verídico y vivaz de la biografía de León Trotsky y su exilio hasta llegar a México, de su relación con la pintora Frida Kahlo y de su muerte a manos de Ramón Mercader, o Jaques Mornad.

En la vida de estos tres hombres se irán insertando las claves y algunas respuestas a medias que darán luces sobre un crimen. Pero El hombre que amaba a los perros es también un libro sobre pérdidas mayores, mucho más profundas y definitivas, en un sentimiento de desilusión que habita a todos los personajes de diferente manera.

Todo lo que ocurre en El hombre que amaba a los perros lo vivimos con un telón de fondo rico y fértil: la idílica Cuba, la siempre poética París, la joven y salvaje Ciudad de México y, por supuesto, la poderosa Rusia de finales de siglo.

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Personajes

Iván Cárdenas Maturell

Escritor cubano, marginado por la censura y golpeado por la problemática social de la isla. En un inicio despunta como una promesa de las letras. Hasta que un día sus cuentos comienzan a ser censurados, y su situación familiar y personal empeora. Es la principal voz narradora de la obra, a partir de sus recuerdos se va tejiendo todo el relato.

Jaime López

Hombre misterioso que padece una extraña enfermedad. Mantiene una estancia en Cuba desde finales de los años 60 del siglo XX, cuando salió de Unión Soviética. Se hace acompañar en sus visitas a la playa de dos galgos rusos, y un negro que le sirve de chofer.

Liev Davidovich (León Trotsky)

Político, militar y revolucionario ruso de origen judío, quien junto a Lenin lideró la llamada Revolución de Octubre o Revolución Rusa. Es uno de los personajes centrales. En buena parte de la obra se relata su vida siguiendo datos verídicos. Fue expulsado por Stalin de la Unión Soviética en 1929, comienza un viaje que lo lleva por varios países, Turquía, Francia, Noruega, hasta finalmente llegar a México. Donde es recibido por Frida Kahlo y Diego Rivera.

Ramón Mercader

(Jaques Mornad o el Soldado 13): Militante comunista y agente de los servicios secretos soviéticos. Es el elegido para asesinar a Trotsky. A lo largo de la novela sufre varias trasformaciones, y cambia de identidad constantemente. Su ciega creencia en la doctrina política que defiende lo convierte en un fanático, que es manipulado por los miembros del partido y por su madre.

Frida Kahlo

Pintora mexicana. Esposa de Diego Rivera. También ayuda a Trotsky en su estancia en México, y mantiene una relación sentimental con dicho personaje.

Diego Rivera

Pintor y muralista mexicano. Está presente en la obra a la llegada de Liev Davidovich a México. Lo ayuda en su estancia en el país, dándole residencia en su casa, llamada La Casa Azul.

Iosif Stalin

Dictador y Secretario General del Partido Comunista Soviético. Está presente en toda la obra como el todopoderoso. El tirano que decide sobre la vida y la muerte de millones de personas. Su figura esta retratada a partir de las voces de los otros personajes, especialmente sus colaboradores. En buena parte del libro, es quien maneja los hilos de la trama.

Muchos otros personajes desfilan por esta novela y toman parte de los acontecimientos, pero, si hay unos dignos de mención, son los perros, seres que funcionan en la obra como una alegoría a la inocencia.

Los perros

  • Ix y Dax: Pareja de borzois rusos pertenecientes a Jaime López.
  • Maya: Perra de Liev Davidovich que muere durante su exilio en Turquía.
  • Azteca: Perro de Liev Davidovich en su estancia en México. Cuidado por su nieto Sieva Vólkov.
  • Tato: Perro poodle (también llamado caniche) de Ana, segunda esposa de Iván Cárdenas Maturell.
  • Truco: Segundo perro de Ana e Iván Cárdenas Maturell. Luego de la muerte de Tato.
Foto de  Augustin de Montesquiou  en  Unsplash

El hombre que amaba los perros: análisis literario

Desde el inicio mismo de El hombre que amaba a los perros, sabemos que nos enfrentamos a una obra ambiciosa: narrar un evento histórico tan importante, pero tan desconocido, a partir de las voces de tres personajes, desde diferentes lugares y momentos en el tiempo.

Para estas ambiciones, entre las que no debemos olvidar el darle voz a un personaje tan mítico como León Trotsky, Padura se sirve de un contexto histórico rico de personajes reales, de una forma estructural que confiere al relato polifonía y variedad, y de un fondo, además de histórico, bastante político porque Padura, como verá quien lea la novela, pone en boca de sus personajes la desilusión política del proyecto cubano y ruso.

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Contexto histórico

El hombre que amaba a los perros recrea un evento importante, y sin embargo silenciado, de la historia del siglo XX: el asesinato de León Trotsky, dirigente de la Revolución Rusa. Pero la historia de la novela se inicia, específicamente, en Cuba, hogar de Iván Cárdenas Maturell.

La isla ha sufrido una de las crisis más largas y duras que cualquier pueblo ha soportado. El Periodo Especial terminó por derrumbar las esperanzas de artistas y creadores, y los sueños de una sociedad de iguales. Ya el germen de un estado totalitario y dogmático, donde se castiga la disidencia, y se sospecha de todo con celo y severidad, se nota desde las primeras páginas.

De Cuba en 2004, la historia pasa a la Rusia de 1929, donde León Trotsky vive su destino de revolucionario. Desde esas dos fechas se da partida a la narración. Irán apareciendo ciudades: Estambul, París, Berlín, Praga, Moscú, Barcelona, Madrid, Nueva York, entre otras, ampliando el mapa y los horizontes, donde los personajes se cruzan y desaparecen en hilos narrativos que juegan con el tiempo y la inquietud del lector.

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Mientras sus historias de vida cobran fuerza (algunas más que otras) la historia de Cuba y de la extinta Unión Soviética, también parecen cruzarse y contarse al unísono.

Forma

La novela contempla una estructura amable para su lectura. Está dividida en tres partes, que a su vez completan 30 capítulos. Las más extensas son las dos primeras partes. En ellas se desarrolla buena parte de la trama y la acción respecto al tema central, el asesinato de Trotsky.

Iván Cárdenas Maturell es la voz líder de la narración y a partir de él comienza una evocación hacia el pasado y la imagen de Jaime López y sus dos galgos rusos. Iván trae los encuentros con este hombre a su presente, y los hace el motivo para su posible novela.

Por su parte, la vida de Liev Davidovich (Trotsky) y Ramón Mercader (Jaques Mornad) se narran de manera paralela, a manera de secuencia histórica con giros de tiempo. Los recuerdos y las vicisitudes de ambos van construyendo paisajes y tensiones dramáticas en toda la obra. El juego con los nombres de algunos personajes le permite al autor profundizar en el enigma, en un juego psicológico con el asesino, y sus motivaciones para cometer el asesinato.

La tensión narrativa desde la primera página se mantiene hasta el final gracias a los saltos temporales y espaciales, al acertijo que hay de fondo y a todas las inquietudes y vivencias de las que Padura dota a los personajes para presentar el que sería uno los temas más importantes de la novela: la desilusión.

Fondo


El fondo de esta novela es sin duda la desilusión que parece ser el gran tema que lo atrapa todo, que lo condensa todo entre las páginas sofocantes de un pasado amargo y de una esperanza resquebrajada.

Iván Cárdenas Maturell está desilusionado, perdido en un inicio de milenio frente al funeral de su segunda y joven esposa, sin esperanzas de continuar una vida como ciudadano en la isla, mucho menos como escritor, y siendo víctima de una marginación social que se impone desde el poder y la censura en Cuba.

También Liev Davidovich (Trotsky) aparece desilusionado, marginado y execrado por el poder totalitario de Stalin, viendo como pierde sus hijos, su familia, sus colaboradores y sus afectos, en su huida hacia lo desconocido.

Toda esa desilusión que hierve en la novela y que vive dentro de los demás personajes a su manera, se puede entender como la gran derrota ante el poder que sufren los personajes, piezas de un ajedrez donde se enfrentan grandes poderes a nivel mundial, la derrota quijotesca de enfrentarse inútilmente contra colosales molinos de viento, molinos que se alimentan con sangre, con cuerpos humanos y sueños rotos.

Hay un tipo de desilución, sin embargo, que cobra importancia en la novela por muchos factores: desilusión política.

Es importante resaltar que luego de la Revolución Rusa, se suscitaron acontecimientos que trajeron como consecuencia distintas maneras de regímenes y gobiernos totalitarios, llamados Socialistas. Cuba fue un ejemplo de ello con la llegada de Fidel Castro al poder. Una férrea censura y control de todos los aspectos de la vida por parte del estado se hicieron patentes e Iván ha sido testigo de ellas.

Toda esta desilusión política la reflexiona Iván Cárdenas Maturell con Cuba, pero también Trotsky y mercader con Rusia, y así vemos cómo hay una línea común, un objetivo único al que apunta la novela. ¿No tienes idea todavía? pues lee la novela y también, un poco de historia de estos dos países y sus movimientos políticos.

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El crimen – la mano invisible del poder

El crimen es el móvil que mueve la trama, la bisagra que abre la puerta de todos los escenarios, desde los fríos y gélidos paisajes de Alma Atá (antigua capital soviética de Kazajistán), pasando por las ruidosas calles de Estambul (Turquía), los grises colores de París, las verdes estepas de Noruega, o las casas amuralladas de Ciudad de México.

El crimen está desbordándose constantemente en las páginas, mostrando sus rostros más vengativos y feroces. Un crimen que parece provenir de otro crimen se multiplica como la espuma en una bañera atestada de jabón. En las sombras uno de los mayores criminales de todos los tiempos, Iósif Stalin, desea la muerte de todo aquel y todos aquellos que desafíen su poder, o intenten acercarse a su vida como el nuevo Zar de la Unión Soviética. Y el asesinato más desaseado por un número innumerable de fanáticos,es el de León Trotsky (el perro traidor).

Pero en la obra se puede ver como el crimen se despersonaliza, ya no es solo contra un hombre y sus ideas, sino contra la humanidad. Un sistema totalitario se convierte en una máquina del crimen, un gran Gulag a cielo abierto, donde se abraza una causa y se pierden todas las libertades. El crimen no solo trasciende las fronteras territoriales en la obra, sino que también levanta muros y trasciende fronteras dentro del alma de los personajes.

Como el desenlace infalible, Liev Davidovich va a morir, sus días están contados sobre la tierra. Pero otras vidas también se pierden en aquella superestructura del poder. Eso lo hace patente Iván Cárdenas Maturell, viendo como el padre da el descanso eterno a su sufrida segunda esposa.

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Opinión

El hombre que amaba los perros es una obra de una temática fascinante, no tanto por los aspectos históricos, sino por los logros narrativos en la construcción de sus personajes. En su lectura entramos en una novela que posee la tensión narrativa y el drama suficiente para atraparnos de principio a fin.

Escrita por momentos como un ensayo, debido a las reflexiones del autor en la voz de un escritor cubano Iván Cárdenas Maturell, podemos apreciar los puntos de vista de los personajes, los fundamentos de sus acciones, el fanatismo con el cual buena parte de ellos justifica sus hechos.

Cada capítulo nos devela una parte del misterio, del cual ya sabemos el final, pero no sabemos los pormenores, el proceso, la maquinaria. Como un pobre animal acorralado en un matadero, Trotsky espera su turno de morir. Ese es el final de todo.

¿Pero cómo se llegó allí? ¿Cuál es el rostro y el verdadero nombre del verdugo? Son preguntas que no tuvieron respuesta durante décadas, hasta que la literatura hizo su trabajo en El hombre que amaba a los perros, un clásico moderno, por su trama, por su potencial narrativo, por su significación histórica, y por su capacidad de unir la ficción al hecho histórico, con la sutileza suficiente para hacer de esos dobleces algo invisible.

Leonardo Padura da al arte de narrar latinoamericano un renovado motivo de celebración, y un nuevo conjunto de personajes para continuar su historial de grandes novelas.

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