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Título: Nuestra señora de Notre Dame.
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Autor: Victor Hugo
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Año de publicación: 1831.
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Páginas: 181
Nuestra señora de París: La novela que salvó a Notre Dame
A pesar de que la realidad es la fuente primaria de la ficción, son más bien escasos los casos en que ocurre lo contrario, es decir, es difícil encontrar una obra de ficción literaria que ha tenido un impacto sustancial en el mundo real.
Pero uno de los casos más importantes y memorables es sin duda el de la novela de Victor Hugo Notre Dame de Paris, obra que salvó a la icónica catedral gótica de la capital francesa y que nos permite seguir tomándonos selfies con ella.
LA ÚNICA SOLUCIÓN: DESTRUIR LA CATEDRAL
Durante la Revolución Francesa, la catedral de Notre Dame fue desmembrada por los vándalos: las estatuas de los portales y las de la galería de los Reyes de Judea e Israel fueron destruidas por creerse que representaban a los reyes de la monarquía francesa.
Después de la revolución, en un afán de descristianización de la capital, se ordenó que todas las iglesias de París fueran cerradas. Notre Dame, sin embargo, permaneció abierta…¡como una bodega!.
No sería sino hasta 1804, cuando Napoleón Bonaparte se auto proclamó emperador de Francia en la mismísima catedral, que Notre Dame fue sometida a algunas remodelaciones. Pero tal era el deterioro de la estructura que destruirla surgió como una posibilidad.
Es aquí cuando el escritor francés Victor Hugo, gran admirador del edificio, se decidió a escribir una novela en la que se resaltara la belleza y el valor patrimonial de la catedral.
NOTRE DAME DE PARÍS, VÍCTOR HUGO
Nuestra Señora de Paris, la novela que Disney adaptó como El jorobado de Notre Dame, está ambientada en el siglo xv y presenta todos los elementos propios de una obra del romanticismo francés: amores imposibles, ambientes renacentistas, personajes marginados y finales trágicos se aúnan a detalladas descripciones que hizo Victor Hugo sobre la arquitectura gótica de la catedral, resaltando su valor artístico y patrimonial.
La novela tuvo tanto éxito al ser publicada en 1831, que los lectores reaccionaron en favor de la marginada catedral y Notre Dame se volvió parte de la identidad parisina.
Con la historia de Cuasimodo y Esmeralda, los personajes de la novela, se logró pues a que en 1845 comenzaran los trabajos de remodelación de la catedral que nos permiten hoy tomarnos fotos con ella y bañarla de filtros y me gusta en nuestras redes sociales.
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LA FICCIÓN LITERARIA EN LA REALIDAD
Ejemplos tan tangibles como estos son difíciles de encontrar a menudo en la historia, pero no cabe duda de que la literatura ha sido una impulsora de grandes cambios en nuestra sociedad.
Para reconocer el poder de la ficción en la realidad basta con mencionar las denuncias de Charles Dickens y su Oliver Twist contra la Ley de los pobres en la Inglaterra victoriana; o La cabaña del tío Tom, donde la escritora estadounidense Harriet B. Stowe retrató las injusticias y las condiciones en las que vivían los esclavos de E.E.U.U.
Al personificar en una obra a las víctimas de estas injusticias, la literatura hizo tomar conciencia a la población sobre dichos problemas y la condujo a las reformas que dieron mejores condiciones a los trabajadores y, en el caso de la novela de Stowe, a dar el último impulso a la Guerra Civil Estadounidense que acabó con la esclavitud en Norteamérica.
Suele decirse por ahí que cuando terminamos un libro no somos el mismo que lo empezó. Cuando salimos de ese mundo intangible en el que hemos vivido los últimos cientos de páginas, termina el encantamiento y, como dice Shakespeare en la voz de Próspero en La tempestad, hemos de aplaudir al final de la obra para dar por terminada la ficción y volver a la realidad.
Sin embargo, todo escritor que aspire a ser grande ha de intentar siempre que su obra de ficción no muera en la última palabra, sino que se proyecte y deje su huella en la realidad. Ni hay duda pues de que Victor Hugo lo logró, no solo con la obra Nuestra Señora de París, sino con otras como Los Miserables.
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